Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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Él miró a Irmelin, que ayudaba con amabilidad y afecto a los miembros de la familia a acomodarse. No parecía sorprenderle en lo más mínimo ver a Irmelin actuando así, pero le sorprendía ver a Villemo haciendo lo mismo. Su compasión por los enfermos no era ni por asomo tan tierna y generosa. No era su naturaleza. Aunque no era necesario ser un genio para comprender que detrás de sus palabras breves y su trato brusco había compasión y empatía hacia el sufrimiento de otras personas.

Eldar no era capaz de ayudar porque había gastado toda su fuerza. Lo único que podía hacer era observar, aunque no era capaz de descifrar si era con o sin desaprobación. Probablemente con una mezcla de ambas. Luego, él vio a Villemo tambalearse y tomar asiento al borde de una cama, temblando.

—¿Qué te sucede? —preguntó Eldar con brusquedad—. ¿No soportas ver la pobreza?

Niklas alzó la cabeza.

—Villemo apenas come para compartir las raciones de Elistrand con otros. Le da a otro lo que ella necesita.

—Bueno, ¡yo nunca lo haría! —dijo Eldar, haciendo una mueca, aunque aún miraba a Villemo con sorpresa y curiosidad.

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