Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Y le impongo, además, que pida permiso a ésta dama para hablar de ella. Donde se puede entender que el hombre no debe ser presuntuoso en la ajena alabanza y no poner atención en si le complace tal a la persona alabada; porque muchas veces, queriendo alabar a alguien, se le censura, ya por defecto del que alaba o por culpa del oyente. Por lo cual es menester tener mucha discreción; discreción, que es como pedir licencia del modo que yo digo que lo pida esta canción. Y así termina todo el sentido literal de este Tratado, por lo cual el orden de la obra exige proceder ahora a la exposición alegórica.
XI
Conforme exige el orden, volviendo otra vez al principio, digo que esta dama es aquella dama del intelecto que se llama Filosofía. Mas como quiera que, naturalmente, las alabanzas dan deseo de conocer a la persona alabada, y conocer la cosa es saber lo que es en sí misma considerada y por todas sus causas, como dice el filósofo al principio de la Física, y esto no lo muestra el nombre -aunque tal signifique, como se dice en el cuarto de la Metafísica, donde se dice que la definición es la razón que significa el nombre-, es menester aquí, antes de seguir adelante en sus alabanzas, mostrar y decir qué es lo que se llama Filosofía; es decir, lo que este nombre significa. Y una vez explicado esto, se tratará más eficazmente la presente alegoría. Y primero, diré quién le dio primero este nombre; luego procederé con su significación.