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XII
En el primer capítulo de este Tratado se ha razonado tan cumplidamente la causa que me movió a hacer esta canción, que no es menester explicarla más; porque asaz fácilmente puede reducirse a la exposición hecha. Y así, conforme a las divisiones hechas, recorreré con ésta el sentido literal, cambiando el sentido de la letra allí donde sea menester.
Digo: Amor que en la mente me habla. Entiendo por amor el estudio que yo ponía para conquistar el amor de esta dama. Donde es preciso saber que estudio se puede considerar aquí de dos maneras. Es un estudio el que lleva al hombre al hábito del arte y de la ciencia; y otro estudio el que emplea en el hábito adquirido al ejercitar aquél; y el primero, es el que yo llamo aquí amor, el cual infundía en mi mente continuas, nuevas y altísimas consideraciones acerca de esta dama que arriba se ha explicado; del mismo modo que suele hacer el estudio que se emplea en conquistar una amistad, que deseándola, primero considera muchas cosas de ella. Es éste el estudio y la afición que suele preceder en los hombres al nacimiento de la amistad, cuando ya ha nacido por una parte el amor y se desea y procura que lo haya en la otra; porque, como más arriba se dice, hay filosofía cuando el alma y la sabiduría se han hecho amigas, de modo que la una sea amada por entero de la otra, del modo que más arriba se ha dicho. Y no es menester razonarlo por la presente exposición, que a modo de proemio fue explicado en la exposición literal; porque por su primera razón fácilmente puede lograrse la comprensión de esta segunda.