Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Tales fueron mis pensamientos durante dos o tres días que pasé completamente solo… pero al comenzar la semana siguiente, pensé en la información que el señor Krempe me había dado respecto a los cursos. Y aunque no tenía ninguna intención de ir a escuchar cómo aquel profesorcillo vanidoso repartía sentencias desde su púlpito, recordé lo que había dicho del señor Waldman, a quien yo no conocía, porque hasta ese momento había permanecido fuera de la ciudad.

En parte por curiosidad y en parte por distraerme, fui al aula en la que el señor Waldman entró poco después. Este profesor era un hombre muy distinto a su colega. Rondaría los cincuenta años, pero con un aspecto que inspiraba una gran bondad; algunos cabellos grises cubrían sus sienes, pero en la parte posterior de la cabeza eran casi negros. No era muy alto, pero caminaba notablemente erguido y su voz era la más dulce que yo había oído en mi vida. Comenzó la lección con una recapitulación de la historia de la química y de los avances que habían llevado a cabo muchos hombres de ciencia, pronunciando con fervor los nombres de los grandes sabios. Después ofreció una perspectiva general del estado actual de la ciencia y explicó muchas de sus bondades. Después de hacer algunos experimentos sencillos, concluyó con un panegírico dedicado a la química moderna; nunca olvidaré sus palabras.

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