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11.
LA BICICLETA DE LITO
A los 8 años recibí en herencia la bicicleta de mi hermano Lito, ya le quedaba pequeña tanto es así, que sus rodillas casi le tocaban el pecho al pedalear; éste a su vez la obtuvo de Toni, el mayor de los 3 hermanos quien me dijo fraternalmente: “Espero la disfrutes tanto, como nosotros lo hicimos”, mi alegría fue tan grande, que les contagié mi sonrisa “come orejas”, a ambos.
En aquél entonces mi grupo de amigos tenían cada uno su bici, saliendo juntos a investigar alegremente el vecindario.
De la ventana de mi casa los veía jugar y divertirse haciendo carreras y practicando piruetas, soñando en ser parte del grupo y disfrutando con ellos “Allí estaré con mi propia bici” me decía confiado, y en aquella tarde de verano del ’74, mi sueño al fin se hizo realidad.
Era de tamaño mediano y sin cambios, el cuadro de color azul marino un tanto oxidado, todavía conservaba el cromado del manubrio en buen estado, la bocina no sonaba bien y uno de los frenos no funcionaba pero nada de eso detalles eran importantes, tenía mi bici y en ese momento era el niño mas afortunado del mundo.