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Abordé estas interrogantes con un triple enfoque. En primer lugar, busqué lecciones y temas que pudieran consolidar y actualizar teorías y modelos de larga data sobre desarrollo. En segundo lugar, construí una base de datos macroeconómicos comparativos que medían todas las variables, desde crecimiento per cápita hasta formación de capital y desempeño institucional de largo plazo. En tercer lugar, compilé tres narrativas analíticas de desarrollo similares al enfoque metodológico asumido en la colección de trabajos editados por Dani Rodrik, titulada In Search of Prosperity (En busca de la prosperidad). Es demasiado pronto para plantear atribuciones de causalidad en el contexto de la relación entre China y la región ALC. Sin embargo, la bibliografía sobre economía del desarrollo ofrece sustanciosas maneras de entender la situación, que ayudan a enmarcar los escenarios que surgen en los respectivos países.

Empiezo con tres economías pequeñas y abiertas –Chile, Costa Rica y el Perú–, las cuales mostraron mejor desempeño por un amplio margen respecto a Argentina, Brasil y México durante el auge de China y a partir de ese momento. Esas tres naciones más pequeñas habían logrado considerables avances en cuanto a reformas macroeconómicas e institucionales antes de que se produjese el auge y, por consiguiente, estaban en una buena posición para aceptar el ofrecimiento de China de negociar individualmente un tratado de libre comercio (TLC) bilateral. La proliferación de TLC entre países desarrollados y en vías de desarrollo en la década de 1990 desencadenó una ola de análisis primordialmente neoliberales que publicitaban sus beneficios sobre la base de modelos de equilibrio general calculable y ventajas comparativas. Tal como lo muestra mi análisis, ingresar a un TLC Sur-Sur con China abrió nuevas opciones para estos países, al mismo tiempo que cuestionó estrechos parámetros neoliberales. Los TLC suscritos por China con Chile y con el Perú permitían numerosas excepciones en el sector de manufactura en cada país, y los tres TLC ofrecían acceso inmediato hasta al 90 por ciento del mercado chino. Estos tres acuerdos bilaterales comprendían los sectores de servicios e inversión, lo cual constituía un avance significativo para China.

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