Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн

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Veremos que en verdad esta última coyuntura (del tipo: no me buscarías si no me hubieses ya encontrado) no es evitada por el pensamiento kantiano y que, incluso, ella es inevitable. Pero una cosa es no poder evitar y otra es saber lo que es necesario evitar. Este «saber» ideal es dado a la reflexión en el juicio estético porque ella encuentra ahí el modelo de su «manera» más autónoma. La lectura que preconizo –sin objetar nada de la legitimidad de la otra– admite en consecuencia que, si la tercera Crítica puede cumplir su misión de unificación del campo filosófico, no es sobre todo porque expone en su tema la Idea reguladora de una finalidad objetiva de la naturaleza, es más bien porque ella vuelve manifiesta, a título de la estética, la manera reflexiva de pensar que está a la obra en el texto crítico entero.

2. La sensación como tautegoría

Retomemos la distinción de estas dos especies de operaciones asignadas a la reflexión, que no es sencilla de pensar en conjunto: operaciones de guiado, que he llamado heurísticas, para la actividad trascendental del pensamiento, y de «sensaciones» que informan al pensamiento de su «estado». La dificultad reside en la combinación de estas dos disposiciones. Recogeríamos lo que está en juego en la doble cuestión, de un modo un poco sumario, ciertamente: ¿Cómo los sentimientos pueden orientar la crítica? ¿Por qué esta tiene necesidad de eso?

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