Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн
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Esta ocurrencia de la sensación acompaña todos los modos de pensar, cualquiera sea la naturaleza. Para retomar los términos que Kant emplea para situarlos en la «escala gradual» de representaciones (KRV; 266; 354), que se le «intuya» o que se le «conciba», que se forme una «noción» o una «idea», hay siempre sensación. La dicotomía por la que comienza esta clasificación interesa directamente a nuestra cuestión. En las representaciones «acompañadas de conciencia», ella distingue los conocimientos, «Erkenntnis (cognitio)», percepciones objetivas, y las sensaciones «Empfindung (sensatio)», percepciones «que se relacionan únicamente con el sujeto, como modificación de su estado» (ibid.). La intuición como la sensación es una representación inmediata, pero del objeto, no del «sujeto». Es entonces un «conocimiento». La sensación, a pesar de la presencia inmediata del estado del pensamiento que señala, o a causa de ella, no es el conocimiento de un sujeto. En el pasaje citado no se dice que ella está ahí cada vez que hay representación, al menos consciente. Pero veremos, en la «deducción» del «sentido común» en el parágrafo 21 de la tercera Crítica (aquí 8, 2), que tal debe ser el caso si al menos el juicio estético no debe ser reducido a una opinión particular ligada a una simple acreditación empírica (54-55; 46-48). El mismo argumento sobre la universalidad de las condiciones a priori del conocimiento en general (del pensamiento) ha sido anunciado, como se ha visto, en la Introducción (37; 28), para legitimar la pretensión del gusto a la universalidad.