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En esto consiste medularmente su pensamiento. Guzmán no concibe la política, la sociedad, ni a la persona, sin reconocer a la vez esa sustancialidad que soporta su proyecto. Pues, sólo un andamiaje sociopolítico sólido podía incluso permitir una amplia discrepancia, sin menoscabar el ejercicio de la democracia. Ese es en el fondo la preocupación de Guzmán. Esa inquietud, por lo demás, ha sido compartida por varios otros intelectuales. Como Bobbio, por ejemplo, quien también al intentar delimitar el concepto de democracia, presta atención a los elementos de fondo para evitar que lo formal termine destruyendo lo sustantivo. Así, a pesar de adoptar Bobbio lo que llama una “definición mínima de democracia”, defiende la idea de que para alcanzarla no es suficiente reconocer el derecho de participar en las decisiones colectivas a un número alto de ciudadanos y tampoco que haya reglas procesales como la de la mayoría, sino que se necesita algo más.

Esa sustancialidad de la que hemos hablado y que hemos advertido a través del estudio de sus escritos está absolutamente vigente. Porque después de la caída del muro, la derecha chilena mostró sus diferencias respecto de varios puntos claves que hoy mismo son parte de los distintos debates (podemos mencionar desde la concepción de libertad hasta el modo en que hoy nos comprendemos los seres humanos). Desde esa perspectiva, esa sociedad líquida y esa clase política fragmentada podrían perfectamente dialogar con el pensamiento de Guzmán que se muestra en este trabajo recopilador, que lo hace hablar a él directamente.

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