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—"Serpiente", dijo Zhi.
Mathis le entregó el aparato. Zhi se dedicó a las reparaciones mientras el chico de trece años sacaba un canal de YouTube sobre cómo arreglar las cañerías. En la pantalla, la fontanera de aspecto capaz golpeaba una llave inglesa en la palma de su mano mientras explicaba los puntos más delicados del trabajo.
Zhi descubrió que las mujeres explicaban las cosas con más detalle que los hombres. Los hombres solían limitarse a mostrar los pasos sin apenas instrucciones. Zhi había aprendido esa lección cuando se puso a limpiar una de las chimeneas del ala este y casi quemó toda la finca.
Había visto montones de vídeos para arreglar el tejado, el suelo, incluso vídeos sobre cómo gestionar una finca. Ciertamente, no había recibido la tutela adecuada de su padre, que había estado a cargo de la finca antes que él.
La fachada de la finca de Mondego seguía siendo preciosa. Las torres y los torreones medievales se veían imponentes en el cielo de primera hora de la mañana, con el sol iluminando las piedras envejecidas que las hacían brillar en cobre. La casa señorial estaba rodeada de bosques y colinas rocosas para que nadie pudiera ver la parodia de la parte trasera.