Читать книгу Seguir soñando historia. Una nueva antología de relatos онлайн

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Siempre hay un primer ser humano valiente o atrevido, pero la gran pregunta del arte paleolítico es: ¿por qué plasmar un dibujo cuando no se había hecho antes? ¿Qué sintió esa mente para llevarlo a cabo? misteriosa mente humana la que nos guía en este camino de existencia con su carga genética sin descifrar al completo. Se habla del cambio de Neanderthal a Sapiens y, por ende, de un cerebro más desarrollado y presto a sentir, pero... ¿por qué? no deja de ser una gran incógnita el porqué de ese primer dibujo y, sobre todo, el observar la influencia que tuvo expandiéndose el arte por todo el orbe, por miles de cuevas y abrigos rocosos en diferentes puntos del planeta.

Cuando caminamos por la cueva, no sin dificultad, buscamos con la luz el rastro de esos primeros hombres para así intentar asimilar nuestra concepción a la de aquella época. Pero la luz artificial no es la misma que la que producían sus antorchas; éstas eran capaces de darle movimiento a las pinturas por el baile que provoca la oscilación de la luz. En cambio, nuestra luz “moderna” no es capaz de apreciar esa viveza. Si teníamos dudas de su capacidad artística, no hay nada mejor que pararse y observar cómo dibujos y grabados estaban supeditados a la forma de la piedra para así formar cabezas de bisontes, caballos, etc... Quisieron controlar la caza mediante rituales y nada mejor que controlarla en el mundo espiritual para, con esa fuerza sobrenatural, salir al mundo material convertido en un semi-Dios. Figuras danzantes en torno a las diferentes presas animales nos transmiten valor, hombres con cabezas de animales nos ofrecen una sensación de superioridad del hombre sobre las bestias, al menos en ese plano metafísico.

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