Читать книгу Un llamado a destacarse. Un desafío a los jóvenes para marcar una diferencia eterna онлайн

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Finalmente, decidió regresar y confesar su pecado. pensó en lo que le diría a su padre: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus empleados”. Débil y hambriento, vestido con harapos, dejó por fin la compañía de los cerdos y se puso en camino para regresar al hogar de su niñez.19

El fugitivo no tenía idea de la tristeza que había aplastado a su padre desde que el hijo se había ido. Mientras bailaba y banqueteaba con sus escandalosos compañeros, no había tenido tiempo de pensar en la sombra que se había extendido sobre su casa. Y nadie podría haberle hecho creer que su padre se sentaba todos los días a contemplar el regreso de su hijo. Ahora, con pasos pesados y dolorosos, el hijo regresa a implorar no más que un empleo.

A la distancia, el padre reconoce a su hijo y corre a su encuentro y le da un largo y emotivo abrazo. Para proteger a su hijo de las miradas indiscretas, el padre se quita su propia capa y la coloca sobre los hombros del joven.

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