Читать книгу Un llamado a destacarse. Un desafío a los jóvenes para marcar una diferencia eterna онлайн

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Al observar cómo las miradas se dirigían a Jesús, María quería verlo demostrar públicamente que era el hombre honrado de Dios. Esperaba y oraba para que él pudiese realizar un milagro. En aquella época, las fiestas de casamiento se prolongaban por varios días y, en esta boda, el vino se acabó antes de que la fiesta terminara. Como pariente de los novios, María andaba cerca de los que servían y le dijo a Jesús: “No tienen vino”, como sugiriendo que él debía intervenir dramáticamente en la situación.14

La respuesta de Jesús –“Todavía no ha llegado mi hora”– indicaba que ningún compromiso humano iba a influir en su conducta. Aunque María no comprendía totalmente la misión de su propio Hijo, implícitamente confiaba en él. Y Jesús respondió a esa fe. El primer milagro fue realizado para honrar la confianza de María y fortalecer la fe de los discípulos.15

Al lado de la puerta había seis grandes vasijas de piedra, y Jesús ordenó que las llenaren de agua. Y, como los invitados debían ser atendidos inmediatamente, dijo a los siervos que el encargado probara un poco de su contenido. Cuando lo hicieron, en vez del agua con que habían llenado las tinajas, ¡encontraron vino! Casi nadie supo que el vino original se había agotado, pero cuando el encargado de la fiesta probó lo que los siervos trajeron, reconoció que era el mejor vino que había saboreado en toda la boda. Volviéndose al novio, le dijo: “Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora” (Juan 2:10).

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