Читать книгу Un llamado a destacarse. Un desafío a los jóvenes para marcar una diferencia eterna онлайн

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Los ángeles se habían maravillado del glorioso plan de redención. Con atención, miraban cómo el pueblo de Dios iba a recibir a su Hijo. El Rey de gloria se rebajó para ser como los humanos. El ambiente que lo rodeó en la Tierra fue tosco y dañino. Disimuló su gloria para que nadie se sintiera atraído por lo majestuoso de su persona, y evitó toda ostentación externa.

El decreto del Imperio Romano para censar al pueblo que vivía en su gran territorio, incluía a los habitantes de las colinas de Galilea. Los ángeles protegieron a José y a María en el viaje hacia el sur, desde Nazaret hasta Belén. Cuando llegaron allí, estaban muy cansados. Como no tenían dónde quedarse, recorrieron la angosta calle principal desde la puerta de la ciudad hasta el otro extremo, buscando inútilmente un lugar para pasar la noche. La posada estaba repleta y no había sitio para ellos. Finalmente, pudieron refugiarse en una vulgar construcción donde dormían los animales y, ahí, nació el Redentor del mundo.

Sobre los montes de Belén, se reunieron una innumerable cantidad de ángeles mientras esperaban la indicación del Cielo para declarar al mundo las grandiosas noticias. Si los dirigentes de Israel hubieran sido fieles, podrían haber compartido la alegría de anunciar el nacimiento de Jesús. Pero se los tuvo que pasar por alto.4

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