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El amor, la ley y la autoridad

Señalé en el capítulo 1 que es fácil para nosotros, los seres humanos, en nuestra manera de pensar, tener miedo a la autoridad. Eso es en parte porque a menudo se abusa de la autoridad en nuestro mundo. A escala nacional y mundial, piensa en Hitler, Corea del Norte e ISIS. En una escala doméstica, piensa en el abuso conyugal e infantil. Cuando una figura de autoridad nos ordena, ¿temblamos por dentro, quizá nos encogemos de miedo o atacamos con ira (una respuesta que también se desencadena por el miedo)? ¿O podemos mantenernos firmes? O, por otro lado, ¿tenemos una presencia dominante y la utilizamos para liberarnos de las personas tímidas? De cualquier forma, estamos permitiendo que nuestras emociones controlen nuestro comportamiento, en lugar de seguir lo que sabemos que es correcto.

¿Cómo crees que se sienten los ángeles leales en el cielo respecto a la autoridad? Puedo asegurar que no tienen miedo de eso. Por el contrario, ¡creo que lo aceptan! Estoy bastante seguro de que aprendieron a apreciarlo aún más viendo el caos que la rebelión de Lucifer causó en el cielo cuando se rebeló contra la autoridad de Cristo. Pablo fue un firme defensor de la autoridad gubernamental. Aconsejó a los cristianos en Roma: “Sométase toda persona a las autoridades [...] por Dios han sido establecidas” (Rom. 13:1). La única vez que la Biblia nos da permiso para desobedecer a la autoridad gubernamental es cuando entra en conflicto con nuestro deber de obedecer a Dios (Hech. 5:29).


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