Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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Centenares de años antes de la Reforma, los valdenses poseían la Biblia en su idioma nativo. Esto determinó que fueran un objeto especial de persecución. Ellos declaraban que Roma era la Babilonia apóstata del Apocalipsis. Con peligro de su vida se mantenían firmes para resistir sus corrupciones. Durante aquellos siglos de apostasía, hubo valdenses que negaban la supremacía de Roma, rechazaban el culto a las imágenes como idolatría y observaban el verdadero día de reposo.

Detrás de los majestuosos baluartes de las montañas, los valdenses establecieron un lugar de refugio. Esos fieles exiliados señalaban a sus hijos las alturas majestuosas, en cuyo pie se hallaban, y les hablaban acerca de Aquel cuya palabra es tan duradera como las colinas eternas. Dios había establecido con firmeza las montañas; ningún brazo sino el del infinito poder podía moverlas. De idéntica manera él había establecido su ley. Para el brazo humano, el cambiar un solo precepto de la ley de Dios era tan difícil como desarraigar las montañas y arrojarlas al mar. Esos peregrinos no exhalaban ninguna queja por las durezas que les deparaba su suerte; nunca estaban solitarios en medio de la soledad de las montañas. Se regocijaban en su libertad para adorar. Desde muchas alturas majestuosas entonaban alabanzas, y los ejércitos de Roma no podían silenciar sus cánticos de acción de gracias.

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