Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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De nuevo los dirigentes papales se complotaron para silenciar la voz del reformador. Primero, un sínodo de obispos declaró que sus escritos eran heréticos. Luego, ganando al joven rey Ricardo II en su favor, pronto obtuvieron un decreto real condenando al encarcelamiento a todos los que sostuvieran las doctrinas proscritas.

Wiclef apeló del sínodo al Parlamento. Valientemente acusó a la jerarquía eclesiástica ante la autoridad nacional, y exigió la reforma de los enormes abusos sancionados por la iglesia. Sus enemigos se sintieron confundidos. Se esperaba que el reformador, siendo ya anciano, solo y sin amigos, se inclinara ante la autoridad de la corona. En lugar de ello, el Parlamento, impulsado por la notable apelación de Wiclef, rechazó el edicto de persecución y el reformador se halló de nuevo en libertad.

Pero una vez más fue traído a juicio, y en este caso ante el tribunal eclesiástico supremo del reino. Aquí, finalmente, la obra del reformador tendría que detenerse; así pensaban los papistas. Si podían ellos realizar su propósito, Wiclef saldría de este lugar solamente para ir a las llamas.

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