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Mente y cosmos

Imaginemos nuestro universo de la manera en que muchos científicos contemporáneos insisten que era antes: solo electrones, positrones, neutrinos, fotones, y luego helio e hidrógeno, que “bajo la influencia de la gravitación para agruparse [...] eventualmente se condensarían para formar las galaxias y las estrellas del presente universo”.93

Pero supongamos que este universo tampoco tenga un Dios (como muchos creen que es), sin consciencia, sin vida en absoluto. Nada más que energía, gases, estrellas y rocas compuestas de entidades subatómicas que en la actualidad se cree que forman toda la materia y la energía.

Supongamos que todo continúa siendo de esa manera.

En ese universo, ¿podría existir el conocimiento? Fotones, electrones, estrellas, rayos cósmicos sí. ¿Pero conocimiento? La idea de “conocimiento” en sí demanda no solo consciencia (después de todo, un murciélago frugívoro de Egipto tiene “consciencia”), sino un nivel más elevado de consciencia, una mente capaz de contener pensamiento racional. El conocimiento sin mente es tan imposible como el pensamiento sin la mente, pues ¿qué es el conocimiento, sino una forma de pensamiento? Si no existiera Dios, o no existieran dioses ni vida inteligente en ningún otro lugar del cosmos más que en los humanos, entonces el único conocimiento en toda la creación sería lo que está en las mentes de los seres humanos. Y si todos los humanos murieran, todo el conocimiento moriría con ellos.

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