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Epistemología empirista

El punto crucial es este: la ciencia, incluyendo todas las ramas que enseñan la Evolución, es una epistemología empirista. Con todo lo que conlleva, la ciencia en su esencia es un intento humano, a través del uso de nuestros sentidos, de entender, interpretar, describir y, de manera ideal, explicar el mundo. Ya sea que se trate de Aristóteles observando insectos hace 2.300 años, Darwin en Galápagos estudiando aves, químicos trabajando para la empresa de tabaco Philip Morris, astrónomos usando el telescopio Hubble para explorar las estrellas, o biólogos que afirman que la vida en la Tierra comenzó hace entre 3,8 y 4 miles de millones de años, la ciencia es un esfuerzo empírico. Se trata de seres humanos, a veces con la ayuda de diferentes instrumentos, que usan sus sentidos para explorar el mundo natural.

Lo cual está bien. ¿De qué otra manera los científicos podrían estudiar el mundo? Después de todo, aprendemos mucho a través de nuestros sentidos. Alguien podría debatir que la mayoría de lo que sabemos, al menos sobre el mundo natural, lo sabemos solamente a través de nuestros sentidos. Incluso el conocimiento que se nos revela, cosas que no sabríamos de otra manera, como el día de nuestro cumpleaños, lo sabemos a través de nuestros sentidos, nuestros oídos (pues nos lo contaron) o nuestros ojos (lo leímos). Y si sabemos que John F. Kennedy fue asesinado o que Julio César tenía el título de Pontifex Máximus, ¿cómo sabemos estas cosas, de otra manera que no sea, otra vez, a través de nuestros ojos, oídos o ambos?

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