Читать книгу La ruralidad que viene y lo urbano. Un despertar de la conciencia онлайн

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En un plano más general, el modelo de desarrollo económico y social, que ha orientado el rumbo del país, ha conducido a varias encrucijadas y serias dificultades para transformar los factores estructurales que impiden el desarrollo y el avance de la democracia en la sociedad. Colombia es un país relativamente estancado a pesar de contar con una dotación privilegiada de recursos naturales y una población con grandes capacidades. Las élites, que se han alternado el ejercicio del poder (clase dirigente), no han tenido una visión de país y actúan más en favor de la satisfacción de sus intereses personales y los de pequeños grupos en el corto plazo. Así pues, una porción significativa de la población no ha tenido la oportunidad de incorporarse al desarrollo y lograr el disfrute de los beneficios de una modernidad incluyente.

Colombia ha asistido, desde los años 50 del siglo pasado, a un proceso intenso de colonización desordenada de los territorios existentes en zonas donde la calidad de los suelos es pobre y el Estado no ejerce los controles que le corresponden, ni ha establecido una institucionalidad adecuada para atender a los migrantes o colonos y garantizar los derechos humanos. Allí, se ha asentado la producción de cultivos de uso ilícito como la coca, materia prima del narcotráfico y las mafias derivadas. Esto genera múltiples problemas, conflictos, ilegalidad, conductas criminales, violaciones contra los derechos humanos, corrupción, violencia y sojuzgamiento de las poblaciones por parte de actores en la ilegalidad. Esos cultivos, la colonización, el narcotráfico, la violencia, la pobreza rural y la carencia de una reforma agraria y rural constituyen fenómenos altamente interrelacionados con la problemática social y rural colombiana.

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