Читать книгу La ruralidad que viene y lo urbano. Un despertar de la conciencia онлайн

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Si bien no existen causas que justifiquen la criminalidad y la violencia, sí condiciones que favorecen su surgimiento y perpetuación, lo cual obliga al Estado a combinar todos los recursos que la Constitución otorga para garantizar la vigencia de la legalidad. (Ibídem, p. 5).

También, agrega que “la principal amenaza a la seguridad interna son los espacios vacíos de institucionalidad o con precaria institucionalidad, no simplemente los grupos ilegales o las economías ilícitas” (Ibídem, p. 6). Por lo tanto, no acepta acuerdos de paz que introduzcan reformas sustantivas a las instituciones básicas del Estado y la sociedad. Se negocia con los grupos armados solo para obtener su desmovilización. Esta es una doctrina contraria a la aplicada durante los dos gobiernos de Juan Manuel Santos en la década del 2010.

Sin embargo, no todo es negativo en el sector rural y no se le puede apreciar como un cuerpo totalmente imperfecto según nuestras visiones. Se han logrado avances en muchas áreas, pero aún falta bastante camino por recorrer: las coberturas de educación y salud han crecido de manera importante, aunque la calidad de los servicios está lejos de cumplir los requisitos mínimos aceptables; la seguridad social ha avanzado, pero sigue siendo precaria en comparación con la de las áreas urbanas; la tecnología digital hace presencia en el campo, aunque la infraestructura para facilitar un mayor acceso a ella es aún deficiente. Varios cultivos se han desarrollado creando islas de modernidad productiva, pero no se han podido diversificar las exportaciones de manera significativa y consistente, configurando un patrón primario-exportador. En general, los niveles de calidad de vida han aumentado y las tasas de crecimiento demográfico se han reducido. Es indudable que los indicadores de calidad de vida y desarrollo aún pueden mejorarse significativamente.

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