Читать книгу Las formas del árbol. 300 años de democracia en Chile онлайн
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Los llamados emprendedores, particularmente los más creativos e innovadores, actúan como agentes transgresores del orden social e institucional establecido, porque en la búsqueda incesante del cambio movido por el lucro, o por simple curiosidad, desafían los medios y las tecnologías creadas en función de realidades pasadas. Esto es lo que se conoce como “destrucción creativa”,41 en que los nuevos medios tecnológicos generan la obsolescencia de los antiguos. Así, por ejemplo, la invención del motor de combustión interna desplazó a la carreta tirada por caballos, generando una cadena de cambios en el modo de vida de comienzo del siglo XX. Antes de esta invención, no existían las carreteras y autopistas, los semáforos ni las leyes del tránsito, ni tampoco la industria colateral del automóvil y las gasolineras. ¿Qué ocurrirá con estas últimas cuando se prohíban definitivamente los motores de combustión interna? Es una pregunta inevitable en el contexto de la destrucción creativa.
Las nuevas dinámicas productivas obligan a los legisladores a actualizar las leyes sobre la marcha, o en el peor de los casos a improvisar regulaciones. Así, en 2020 las gigantes tecnológicas, Google, Amazon, Apple, Microsoft, Facebook y Netflix, estaban medianamente reguladas en Estados Unidos y Europa y bloqueadas en China, pero en la mayoría de los países disponían de un campo libre para que estas pudieran monopolizar la infraestructura digital y las plataformas de contenidos. Aquellas compañías sobrepasaban todo tipo de barreras, fronteras y regulaciones, incluyendo las tributarias.42 En Chile, recién en 2020 comenzó a aplicarse el IVA (Impuesto al Valor Agregado) a los servicios digitales que se ofrecen de manera remota, afectando especialmente a los proveedores audiovisuales y de música (Netflix, Amazon, HBO y Spotify, entre otros). Sin embargo, la regulación chilena nada había dicho sobre las nuevas formas de control monopólico de estos gigantes tecnológicos en la publicidad y los contenidos, como tampoco de la censura aplicada a prominentes usuarios, tal y como lo estaban haciendo las redes sociales.43 En el caso chileno, en 2019 la publicidad en medios digitales desplazó a la televisión abierta del primer lugar en el reparto de la torta publicitaria, concentrando un tercio de ésta.44 Mucho más abajo se ubicaron los diarios de papel, las radios y las revistas.