Читать книгу Las formas del árbol. 300 años de democracia en Chile онлайн
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Aun siendo la economía una actividad aparentemente neutra, destinada a conseguir resultados y/o beneficios económicos con un enfoque técnico,38 en la práctica se trata de una actividad humana en que convergen fuerzas, medios e individuos que intervienen en la producción (oferta), cuyos resultados necesariamente tienen como meta el intercambio social de los bienes producidos (demanda). La venta de éstos en el mercado (formal o informal) es el último eslabón que justifica toda la cadena productiva. Sin mercado y sin la venta de los bienes en éste, no hay negocio. Por lo mismo, el mercado, en que participa un conjunto de individuos, opera como el pivote para el crecimiento económico.
La suma de actividades productivas obliga a que algún mecanismo de orden macrosocial, que puede ser el propio mercado,39 o el Estado, el que ordene, arbitre o supervise el comportamiento económico del conjunto de individuos que participan en éste. Sin embargo, la actividad productiva impone su propia dinámica, la que muchas veces sobrepasa el orden político establecido y los marcos legales e institucionales. O simplemente impulsa la creación de éstos. Esta dinámica, propia de la economía política, ha estado presente desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad, circunscribiendo la economía a un orden social en permanente cambio y ebullición. Por lo tanto, la economía -al igual que la política- depende de individuos y de un conjunto de estos que dan origen a sistemas sociales complejos, cuyas características más relevantes (como se dijo en el Capítulo I) son la autonomía y la imprevisibilidad de sus acciones.40 Esto, a diferencia de las máquinas, que pueden definirse como sistemas complicados, porque carecen de autonomía para operar. Por ejemplo, un automóvil necesita de un conductor e, incluso, un moderno vehículo autónomo que prescinde de un chofer, depende de una programación digital para poder funcionar y seguir un rumbo predefinido.