Читать книгу Sexualidad y violencia. Una mirada desde el psicoanálisis онлайн

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Freud nos advirtió que si empezamos cediendo en la palabra acabaremos cediendo en la cosa misma. Siguiendo esta lógica es crucial tomar partido en la elección de los significantes con los que nombrar los actos violentos, y especialmente aquellos que guardan una relación con la sexualidad, aunque desde el psicoanálisis nos preguntaríamos si es que hay algún acto que no surja directa o indirectamente de la perversión intrínseca a la sexualidad humana. Porque somos seres hablantes, lo sexual se aparta de la regulación natural que le proporciona el instinto y se hace inevitablemente sintomático. No hay normalidad sexual ni proporción entre los sexos, y es sobre esta ausencia que se originan todos los goces y también todos los saberes que, en vano, intentan definir una sexualidad imposible de representar.

Cuando Jacques Lacan fue invitado a impartir su enseñanza en la Facultad de Derecho inició la primera intervención del seminario Aún, ante un público de psicoanalistas y juristas, diciendo que para transmitir su discurso iba a suponerlos en una cama de pleno empleo, es decir, una cama ocupada por dos que gozan, afirmando que tanto el psicoanálisis como el derecho tratan de saber cómo hacer con el goce. El psicoanálisis centra toda su investigación en el campo de ese goce que en el ser hablante está más ligado al sufrimiento que al placer y que da origen a los más diversos síntomas. Para el derecho se trata de regular, repartir o castigar lo tocante al goce. En definitiva, el goce del ser hablante nunca es el que conviene porque además de atentar contra el bienestar es completamente inútil.

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