Читать книгу Nuestra Señora de Guadalupe. La ternura de una Madre онлайн

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Juan Diego, que se había convertido al cristianismo por la predicación de los primeros misioneros en las tierras americanas, a partir de la experiencia vivida con la Virgen se hizo apóstol entre los suyos y contemplativo de María. En el año 2002 fue llevado a los altares por Juan Pablo II, quien en la homilía de canonización celebrada en la Basílica de Guadalupe expresó: “Con gran gozo he peregrinado para proclamar la santidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin (...). En particular es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y defendiendo los auténticos valores de cada grupo étnico”.

Sin duda, el mensaje de la “Guadalupana” se refiere a la unidad de los pueblos, a la aceptación de las diferencias y, en definitiva, a la convivencia en paz entre las naciones. El contacto entre culturas ha dado una identidad histórica y esencial al pueblo latinoamericano que se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guadalupe que se presenta al inicio de la Evangelización de América (Cf. DP, 445.446).

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