Читать книгу Estoy en el mundo, soy de Dios. Fe y relativismo. Un testimonio abierto al diálogo онлайн

9 страница из 12

Al final de cuentas, la tolerancia declarada por el relativista termina cayendo en lo que aparenta ser su opuesto. Termina siendo dogmática y coartando la posibilidad de diálogo. Llega a extremos de no tolerar, siquiera, que alguien que afirme unos ciertos valores en los que cree, manifieste sentir incomodidad cuando no se viven. ¡Incomodidad! No estamos hablando, por supuesto, de que ese alguien hiciera juicios sobre nadie o se apoyara en categorías más radicales que pudieran molestar; lejísimo de esto, me refiero a que ya ni un sentimiento que se atreva a no mostrar total simpatía con lo que defiende el relativismo se soporta, y es tildado quien lo vive de cerrado y retrasado. “Abierto y tolerante” sería, por contraposición, quien le niega a ese alguien hasta el derecho a sentir distinto y espera de él que, además de comprender, no juzgar, ser abierto al otro y respetuoso de sus opciones, avale, promueva, festeje y recomiende aquello que le genera incomodidad. ¡Es demasiado exigente! Su exigencia contradice la autenticidad.

Правообладателям