Читать книгу Conflicto armado y organización campesina. Memorias de la Asociación Campesina del valle del río Cimitarra онлайн
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Los ríos Ité y Tamar, que desembocan en el río Cimitarra e integran la cuenca media del río Magdalena, han sido fundamentales en la construcción del territorio campesino. En sus cuencas, además de los paisajes, geoformas, coberturas y la gran biodiversidad, se han formado comunidades campesinas cuyos modos de vida y visión sobre el territorio han cambiado al ritmo de las dinámicas de aprovechamiento de los ecosistemas y de las relaciones con otros actores. En contraste con la explotación petrolera, la extracción ilegal de oro y el cercado y apropiación de los espacios del agua por parte de ganaderos y palmeros, los colonos han construido una identidad campesina en estrecha relación con uno de los pocos reductos ecosistémicos que quedan en la región.
Figura 1.1. Mapa del valle del río Cimitarra. Tomado de Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Asociación Campesina del valle del río Cimitarra (2014).
Precisamente el contacto de los colonos con los baldíos permitió identificar tres zonas de producción: sectores fértiles, semifértiles y estériles. En las partes más fértiles, quienes sabían sembrar frijol, maíz y plátano conseguían tener animales de cría como gallinas y cerdos. En las partes semifértiles, que se inundaban entre abril-mayo y agosto-noviembre, se implementó el cultivo de arroz. Finalmente, en las zonas con poco material orgánico abundaban los cultivos de yuca o pequeños descubiertos para la cría de ganado. Asimismo, a lo largo del río, al lado de los cultivos de plátano y yuca estaban los tejedores de atarrayas y pescadores. De esta forma, se fueron integrando distintas costumbres entre los agricultores: unos sabían pescar y salar el pescado, otros preparaban mazamorra y conservaban la grasa de los cerdos o «entrojaban» (guardaban) el arroz, tal como lo explicó uno de los colonos: