Читать книгу Conflicto armado y organización campesina. Memorias de la Asociación Campesina del valle del río Cimitarra онлайн

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A comienzos de la década de los ochenta, los terratenientes «amparados» en el apoyo del batallón Calibío de Puerto Berrío entraron en esa zona «masacrando y aplicando la política de tierra arrasada». Unos se quedaron, otros se desplazaron para la ciudad y otros continuaron hacia el río Cimitarra, un territorio que no conocían, dejando atrás tierras, animales, cultivos y una historia para muchos de más de 15 años:

… entonces llegar al río Ité sobre la altura de un punto que llama la Troja y ahí nos quedamos. Nos quedamos, digo: decidimos descansar. No conocíamos tampoco muy bien el terreno. Decidimos descansar sobre ese río, que había mucho pescado y se encontraba tal vez por esas épocas antes que decían que antes de la violencia había habido unas explotaciones de caoba y que habían quedado algunos espacios de campamento de aserradores. Recuerdo que en esas primeras partes de salidas había unos rastrojos grandes que no eran montañas, que se veía que habían sido talados, pero había, por ejemplo, popochos, había plátano, que le llamamos manzano, y entonces había forma de tener de ahí y ajustar con pescado y comer. Eso ya era un alivio inmenso, porque sobre ese río, tal vez porque era río, ya una ribera, porque tal vez habían bajado mucha madera, en eso antes de la violencia, por el río como una vía y madera embalsada, y tal vez entonces habían dejado esos espacios. Ya luego nos dimos cuenta que más abajo había gente colonizada y entonces empezamos ahí con los pocos colonos. Creo que eran tres no más que vivían muy solos, que subían desde Barranca y entraban por el río Cimitarra; pero no había mucha tronquera, el transporte era a palo, a pura canoa de remo y palo, y duraban tres días para subir las cosas desde donde lograban mercar y nos echaban todos esos cuentos; entonces decidimos recolonizarnos ahí, y ese es como el nuevo momento que parte la historia hoy (Páez, 2016, p. 219).


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