Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн
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Mas al seguir desarrollando estas consideraciones sobre la libertad —especialmente en su dimensión de posibilidad de elección—, pronto nos topamos con un nuevo problema: el del marco y la extensión que debe conferirse a la libre elección, total según algunos y parcial en opinión de otros. Sin ánimo de presentarles una revisión exhaustiva, que por lo demás agotaría el tiempo de esta intervención, conviene recordar el sencillo planteamiento con el que Séneca recoge la posición estoica: el hombre libre es aquel que se atiene únicamente «a las cosas que están en nosotros»; «lo que depende de nosotros y lo que no depende de nosotros», según la expresión de Epicteto. Pero más explícito y contundente es aun el formulado por el Emperador Marco Aurelio, quien en sus Meditaciones (XI, 36), recordando a Epicteto, escribió: «Nadie puede robar el libre albedrío».
Sabido es que con el cristianismo y la escolástica, el liberum arbitrium fue paulatinamente desplazándose hacia una elección trascendente; según este parecer no valdría, por tanto, cualquier elección, pues pudiera ésta ser errónea: el hombre debe elegir el bien, y ello sólo será posible con la ayuda de Dios.