Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн

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Como les decía al principio de la conferencia, junto con las nociones de libertad y determinismo, la de culpabilidad contiene, asimismo, ciertas relaciones de vecindad con la responsabilidad, relaciones que conviene matizar. Ciertamente, pareciera que sentirse culpable de algo implicaría de por sí la asunción de responsabilidad, el hacerse cargo de eso a lo que apunta la culpabilidad. Sin embargo, como advierte Fernando Colina en El saber delirante (2001): «La mucha culpa favorece el capricho y la impunidad. Pues la culpa ocupa preferentemente un mundo de interioridades e ideas, mientras que la responsabilidad atañe a la acción». Estas palabras subrayan un hecho incuestionable para los clínicos, ya que resulta habitual observar la tendencia del sujeto culpable a permanecer de brazos cruzados, prefiriendo la mortificación a la reparación, volviendo incluso el sentimiento de culpa contra sí en la forma de autocastigo, autodesprecio y autorreproche, o también en la modalidad descrita por Freud en 1916 del «delincuente por sentimiento de culpabilidad», aquél que busca ser castigado mediante la comisión de un delito para dar algún tipo de salida a la culpa que lo atormenta. De manera que es necesario distinguir entre esa forma pasiva de gozar mortificándose y esa acción más saludable que entraña la responsabilidad, pues ésta implica un hacerse cargo destinado a la reparación y al cuidado que es menester poner a la hora de elegir. En este sentido, la experiencia analítica consiste en buena medida en desbancar a ese sujeto de su posición inicial (el sujeto acomodado en la culpabilidad) a fin de situarlo como sujeto responsable.

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