Читать книгу Rumbo: maestr@. Claves prácticas que no te han dicho онлайн
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El ser humano aprende partiendo de ensayo y error, pero, si nunca nos arriesgamos y no hacemos que el alumnado salga de su zona de confort, será difícil que se equivoque: y sin equivocación no hay aprendizaje. Cuando alguien no quiere probar a hacer algo, hay que recordar que, de pequeños, éramos mucho más valientes y atrevidos. Sin ser temerarios, hay que hacer y equivocarse... ¿Quién nos ha metido en la cabeza el miedo al error, al fracaso o al ridículo?
La manera en que respondemos al error y al fracaso, y cómo cambia nuestra respuesta con los años y el aprendizaje, forman parte, respectivamente, de nuestra inteligencia emocional y de la educación emocional. La autoestima, por ejemplo, se relaciona directamente con el sentimiento que los alumnos tengan a raíz de sus errores o equivocaciones. Es obligación del docente crear un ambiente de trabajo donde se sientan seguros y libres de cometer errores que puedan después utilizar como trampolines para alcanzar el nuevo aprendizaje.
El objetivo final es alcanzar esa «motivación trascendente». Este concepto lo explica Catherine L’Ecuyer en su libro Educar para la realidad; y lo define así: «Se llama trascendente porque conlleva motivos que van más allá de la persona, como, por ejemplo, los ideales de verdad, bondad y belleza. La persona no actúa solo por un interés interno o personal sino por unos sentimientos ligados a esos aprendizajes o actuaciones».