Читать книгу Canciones de lejos. Complicidades musicales entre Chile y México онлайн

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Su fama en la música no tardó en llevarlo a la pantalla grande. Debutó en 1956 en el filme musical No me platiques, pero en pocos meses ya compartía elenco en otras cintas con figuras como Miguel Aceves Mejía (¡Que seas feliz!, 1956; Viva la parranda, 1960), Silvia Pinal y Pedro Vargas (El teatro del crimen, 1957), y José Alfredo Jiménez y Demetrio González (Cada quien su música, 1959).

El vínculo entre el chileno y México iba a ser firme hasta su fallecimiento, en un cruce entre generaciones de escuchas y admiradores que devolvería su nombre como referencia en el trabajo con superventas de Luis Miguel para su álbum Romance (1991), donde figuran varios boleros popularizados décadas antes por el chileno.

Pero desde mucho tiempo atrás había pruebas del respeto prodigado hacia el chileno por el espectáculo mexicano, en fotos y vínculos de amistad con celebridades como Mario Moreno Cantinflas, la actriz María Felix, el gran Agustín Lara —el brillante compositor de quien grabó decenas de composiciones y a quien le dedicó el álbum monográfico Lara by Lucho (1960)— y Armando Manzanero.


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