Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн

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Durante el primer año de mandato del maestre Soler y, con carácter transitorio, hasta que se distribuyó el territorio de Montesa en encomiendas, en vez de comendadores hubo lugartenientes del maestre. Sus funciones figuran especificadas en los correspondientes títulos de nombramiento. Es ahí donde podemos leer que el maestre los declaraba sus procuradores, con licencia para regir, gobernar, procurar y administrar en el lugar de destino de que se tratase, lo que implicaba ostentar la autoridad maestral delegada sobre personas y bienes y, por tanto, podrían pedir o exigir y con ello recaudar las rentas pertenecientes a la Orden. También podían otorgar cartas de venta o establecimientos a favor de particulares, conceder cartas de pago o ápocas por cantidades recibidas, y en general llevar a cabo cuantos actos fuesen necesarios, incluso apertura de pleitos, para defender los derechos de la Orden. Se trata, en definitiva, de las mismas funciones que tendrían en adelante los comendadores, pero en esta etapa tan inicial, cuando todo estaba por hacer, estas cartas notariales de apoderamiento, pues es lo que en esencia parecen, eran instrumento jurídico suficiente para que en los diferentes pueblos de la Orden y sin mayor demora, sus habitantes se acostumbraran a tener en los administradores un referente que los vinculara directamente con la institución recién creada. Las lugartenencias documentadas son las siguientes:

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