Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн

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ssss1. B. Palacios Martín (ed.): Colección diplomática medieval de la orden de Alcántara (1157?-1494), I, De los orígenes a 1454, Madrid, Fundación San Benito de Alcántara-Editorial Complutense, 2000, I, docs. 504-505, pp. 361-363.

ssss1. En efecto, a la solicitud real el papa respondía mediante la bula Inter cetera de 28 de abril de 1327 con una contundente negativa que reiteró más tarde en la Litteras regias de 1331, justo cuatro años después. Los argumentos eran demoledores: una nueva orden, para cuya constitución los plazos concedidos por Clemente V habían sido superados, tenía una más que discutible utilidad, probablemente no mayor que la que pudiera ofrecer la Orden del Hospital, a la que teóricamente ya se habían transferido los bienes del Temple. Philippe Josserand resume bien toda la problemática en torno a este frustrado intento y contribuye a aclarar la cronología de la cuestión; en Ph. Josserand: Église et pouvoir..., pp. 81 y 625-626.

ssss1. S. de Moxó: «Relaciones entre la Corona y las Órdenes Militares en el reinado de Alfonso XI», en VII Centenario del Infante Don Fernando de la Cerda, Instituto de Estudios Manchegos, 1976, p. 129; véase asimismo Carlos de Ayala Martínez: «Un cuestionario sobre una conspiración. La crisis del maestrazgo de Calatrava en 1311-1313», Aragón en la Edad Media, XIV-XV, 1999, pp. 73-89. El tema de las fortalezas fronterizas había sido ya objeto de queja por parte del propio maestre ante la corte real desde el comienzo de su gobierno: a finales de 1298 Fernando IV se había visto obligado, a instancias de García López de Padilla, a ordenar a las autoridades locales que impidieran a mercaderes no autorizados por el maestre negociar con el azogue de los pozos de Almadén, porque eran precisamente sus rentas las que la Orden destinaba a la retenencia de sus castillos fronterizos (A. Benavides: Memorias de don Fernando IV de Castilla, Madrid, 1860, II, doc. cxxviii, pp. 178-179). Por otro lado, había ya antecedentes de relajación de la Orden en este punto. En diciembre de 1303, y en nombre del papa, un cardenal de la curia solicitaba del maestre que acogiese nuevamente en la milicia, tras la correspondiente penitencia, a un freire acusado de haber dejado perder un castillo a manos de los musulmanes; el freire, ausente, había dejado la fortaleza a un pariente suyo, y este la había entregado a los musulmanes huyendo después a su tierra (AHN, OOMM, Calatrava, carp. 445, doc. 68).

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