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Los datos publicados en el sitio de la Comisión Electoral son extremadamente ricos e incluyen las subvenciones públicas en la categoría “donaciones”. En lo sucesivo, para que los resultados sean comparables con lo que hemos visto para los otros países, me concentraré únicamente en las donaciones de individuos y de empresas, y excluiré de mi campo de análisis no sólo las subvenciones públicas, sino también las contribuciones de sindicatos (muy importantes para el Partido Laborista, como podremos ver más adelante) y las donaciones de friendly societies [sociedades mutualistas], así como las donaciones provenientes de otros partidos políticos. Asimismo, he decidido clasificar las donaciones de fundaciones y de “asociaciones sin persona moral” como donaciones de personas físicas, pues las más de las veces hay individuos ricos detrás de esas asociaciones. En particular, cada vez más donadores en el Reino Unido pasan por unincorporated associations para no tener que revelar su identidad, una práctica que recuerda a los “súper PAC” de Estados Unidos. Esta práctica —que, por supuesto, nada tiene de ilegal, pero que distorsiona el espíritu de las leyes de transparencia— es, desde hace mucho, la especialidad del Partido Conservador. Así, entre 2007 y 2017, la National Conservative Draws Association donó casi 8.8 millones de euros a dicho partido.25 No obstante, el Partido Laborista se entrega cada vez más a esta práctica, señal de los tiempos y del abandono de los partidos de izquierda al canto de las sirenas que entona la chequera de los donadores más generosos. ¿Acaso Matteo Renzi no fue calificado de “Tony Blair italiano”?

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