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Pero volvamos a los partidos franceses. Aparecen claramente dos modelos de financiamiento. Por una parte, los partidos ubicados hacia la izquierda del espectro político (los comunistas, los socialistas y los ecologistas) dependen sobre todo de las contribuciones de sus funcionarios electos. Por otra parte, en la derecha, y en particular entre Les Républicains, las donaciones individuales son mayoritarias. ¡A su buena voluntad, damas y caballeros! Sobre todo, no les costará caro, pues el Estado paga dos terceras partes. Al final, ¿cómo se reflejan estos diferentes modelos en dinero contante y sonante?

¿Pobres partidos franceses?

Con exactamente 676 mil euros de donaciones recibidas en 2016, podría pensarse que el Partido Socialista francés es pobre, sobre todo en comparación con Les Républicains —que recibieron más de 7.45 millones de euros en el mismo periodo— y con el joven partido En Marche!, que, en su primer año, entró de lleno al terreno del dinero privado con 4962740 euros de donaciones (o cuando nos damos cuenta de que las cosas estuvieron relativamente mal desde el principio para el Partido Socialista). Con todo, hay que recalcar que estas exiguas donaciones privadas vienen acompañadas, para el Partido Socialista, de más de 11.1 millones de euros en contribuciones por parte de los funcionarios electos y 5.7 millones de euros en cuotas de militantes. Para estudiar la salud financiera de los partidos políticos, se deben tomar en cuenta todas las dimensiones del “dinero privado”. Lo que importa no sólo es el valor total de los recursos, sino también su origen: en términos de representatividad, en efecto, depender de las cuotas de decenas de miles de militantes o de los cheques de unas cuantas personas adineradas tiene implicaciones muy diferentes.

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