Читать книгу Origenes del Cristianismo онлайн

63 страница из 82

Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies cojo de nacimiento, que jamás había caminado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, le dijo a gran voz: levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó y anduvo. Entonces la gente visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo Mercurio, porque este era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios (Hch. 14:8-13).

Nótese que a Bernabé lo nominan como al dios Júpiter, deidad romana cuya equivalencia sería Zeus entre los dioses griegos. Ambos son los soberanos en sus propias culturas. A Pablo lo denominan Mercurio, que es el dios romano equivalente a Hermes, el dios griego. Ambos dioses tenían templos en toda Macedonia, y la gente estaba ávida de adorarlos y presentarles ofrendas de sacrificios, tal como sacrificaban en el templo judío a Dios.

Правообладателям