Читать книгу La historiografía medieval. Entre la historia y la literatura онлайн

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La condición del fundador de la dinastía es su talante caballeresco, más que su probada ascendencia principesca, una condición que adquiere a través de un matrimonio netamente exogámico.ssss1 Los relatos del héroe-fundador demuestran, por tanto, que esas narraciones épicas son esencialmente una cristalización del ideal heroico, presente en todas las culturas.ssss1 Estas historias no son tomadas de la evidencia factual sino de la representación de un ideal. Las sociedades europeas medievales estaban convencidas de que la duración era la prueba definitiva de la validez de una costumbre porque demostraban su poder de resistencia frente a los desafíos de la historia, posibilitando a la sociedad sobrevivir y prosperar. La duración tiene también un poder validativo y legitimador porque implica un aumento natural del número de personas convencidas de la simple noción de que «tanta gente no puede haber estado equivocada durante tanto tiempo».ssss1 Muchos de los fundadores de las dinastías europeas –y tantos otros de tantas otras culturas lejanas– fueron héroes gloriosos, mostrando con su convicción y perseverancia, así como con su excepcional éxito, que el mantenimiento de la tradición merece superar todos los obstáculos. Este es, para mí, el sentido real de la enorme proyección y la llamativa duración y vigencia histórica de las historias de los héroes fundadores. Así es, al menos, como yo entendí las palabras de Lévy-Bruhl la primera vez que las leí, salvando las distancias entre lo que él llamaba «sociedades primitivas o inferiores» con las sociedades europeas medievales:

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