Читать книгу La historiografía medieval. Entre la historia y la literatura онлайн

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En efecto, con la perspectiva del tiempo, nos parece inverosímil que a los contemporáneos del siglo XII se les pasara por alto que los héroes fundadores de los siglos anteriores poseyeran, en mayor o menor medida, los valores feudales, cuando todavía no habían sido creados en aquellos tiempos. Los atributos requeridos por el fundador de una dinastía se evalúan a través de su naturaleza caballeresca, un atributo desde luego mucho más contemporáneo al tiempo en el que estas narraciones son articuladas (el siglo XII) que al tiempo al que se refieren (desde los tiempos antiguos al siglo IX).ssss1 En esa distorsionada percepción influyó con toda seguridad el hecho del escaso interés por la precisión cronológica de los lectores de esas obras históricas (e incluso de muchos de sus compiladores), pero me parece que simplemente pesó más el eficaz poder mítico y legendario de esas narraciones que el grado de su historicidad. Por consiguiente, la relación entre el hecho propiamente histórico y su narración épica fue asumido «acríticamente» por la sociedad de aquel tiempo como una tradición oral y poética ininterrumpida, que los textos genealógicos con sus narraciones de los héroes fundadores se encargaron de fijar, más que como un relato preciso de unos determinados eventos históricos. Como consecuencia, el mito del héroe fundador se vio reforzado por la cronológica distancia respecto a los hechos que se narraban, situados en el pasado remoto: es bien sabido que cuanto más lejanos en el tiempo son los eventos que se narran, son más susceptibles de manipulación y tipificación en la memoria colectiva. La naturaleza selectiva de la memoria permite al pasado remoto conllevar un mayor peso ideológico que el pasado reciente. Tal como lo ha expresado la literatura con mayor belleza y expresividad: «hurgar en el pasado remoto puede ser un lenitivo; el reciente hace más daño».ssss1

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