Читать книгу La historiografía medieval. Entre la historia y la literatura онлайн

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Poco más tarde, el conde de Barcelona tiene que hacer frente a los sarracenos. Pide entonces ayuda militar al rey franco, que no puede concedérsela porque está ocupado en otros asuntos. El rey franco promete entonces a Guifré que sus sucesores podrán acceder perpetuamente al derecho de herencia si vence a los sarracenos sin su ayuda. Después de una heroica campaña, Guifré derrota a los sarracenos y, según lo acordado con el rey franco, hereda perpetuamente el condado de Barcelona. De este modo, concluye el cronista, «el condado de Barcelona pasó del poder real a manos de nuestros condes». La última frase del bello relato está dedicada, muy significativamente, a la fundación por el conde de Barcelona, Guifré el Pelós, del monasterio de Ripoll, desde donde se redacta la crónica.ssss1

Ciertamente, la narración de los hechos de las Gesta tiene algunos visos de historicidad: el padre de Guifré el Pelós, llamado erróneamente Guifré por las Gesta, es Sunifred I, que había recibido Prada, en Conflent, por una donación de Carlos el Calvo. Sunifred había tenido relaciones con Salomón, un franco que le sucedió como conde de Urgell y Cerdanya hacia el 848. Finalmente, en el 870, Guifré el Pelós le sucedía como conde de Cerdanya y expulsaba a los musulmanes del condado de Vic.ssss1 Pero el autor del texto se muestra mucho más condicionado por un presente que vive intensamente, el de la segunda mitad del siglo XII, que por un pasado remoto, el del siglo IX, que solo conoce vagamente a través de una borrosa memoria colectiva, más que por los documentos conservados. El antifranquismo que respira el texto responde al contexto de un Alfonso el Casto (el rey que manda compilar el texto), obsesionado por la independencia respecto a los Capetos y la familia condal de Toulouse. Por este motivo, los asesinos de Guifré son legados francos, el intruso Salomón es de nación gala y el rey de Francia es incapaz de luchar contra los musulmanes. Este detalle parece trascendental, en un momento en que las victorias frente a los sarracenos legitimaban la anexión de sus territorios. Al mismo tiempo, todo el texto parece condicionado por el deseo de legitimar la independencia de los condes barceloneses respecto a la Corona francesa, tal como lo demuestra la moraleja final de la historia: «Así fue como el condado de Barcelona pasó del poder real a manos de nuestros condes». La conciencia nacional se afirma en torno a la dinastía barcelonesa, a través de la repulsa de la alteridad capeta.

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