Читать книгу Noche sobre América. Cine de terror después del 11-S онлайн
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El planteamiento de Linton es deudor de las tesis de Christian Metz e incide en el proceso de silenciamiento de lo ideológico, por el que una serie de valores pasan a ser considerados connaturales al ser humano e inherentes al sentido común. Refiriéndose a este proceso de enmascaramiento ideológico, Joshua David Bellin (2005: 3-5) ha rastreado el modo en el que la cuestión ha sido sistemáticamente eludida por los estudios sobre cine fantástico. Entre los ejemplos que recoge, una de las citas se nos antoja especialmente significativa: «La política de la fantasía: ¡qué asunto tan peculiar! No es difícil ver una conexión entre la fantasía y los arquetipos, o entre la fantasía y la ética, o ver la fantasía como una expresión de la metafísica, pero ¿qué tiene que ver la política con ella?»5
Para Bellin, semejante negación del contenido ideológico resulta nociva, tanto si proviene de la industria cinematográfica como si la enuncian los críticos que la estudian. Concretamente, según Bellin (2005: 5), «desamarrar las películas fantásticas de sus contextos sociales ―el descartarlas (o ensalzarlas) como diversiones puras e inocentes― resulta esencial para el poder social de estas películas; cualquier producción social capaz de ser negada como producción social con tal facilidad, puede perpetrar (o ha perpetrado en su negación) una perniciosa labor social». Tanto en el caso de Bellin como en el de Linton (la ideología del entretenimiento), nos encontramos con una ideología que se niega a sí misma y actúa en la sombra.