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El acento recae en la posesión de los medios de producción, por lo que «las ideas dominantes no son más que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las relaciones materiales dominantes captadas como ideas» (Marx y Engels, 1978: 72)10. Podemos leer en la aseveración de Marx y Engels toda la seguridad y toda la certeza de la historia; sin embargo, semejante concepción de la ideología no permite, por sí misma, desplegar una crítica elaborada y profunda de los productos culturales del capitalismo y, lo que es más grave, también abre la puerta a una lectura reduccionista —y malintencionada—de la teoría marxista.

En puridad, la última instancia de lo económico no fue jamás tan absoluta como lo han pretendido algunos detractores y seguidores del marxismo. Tras la muerte de su colaborador y amigo, Friedrich Engels escribió varias cartas protestando por el reduccionismo económico en el que habían caído los seguidores de su teoría.

De acuerdo con la concepción materialista de la historia, en última instancia el elemento determinante en la historia es la producción y reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nada que no sea esto. Por lo tanto, si alguien tergiversa esto para decir que el elemento económico es el único determinante, transforma la proposición en una frase abstracta, carente de significado y de sentido. La situación económica es la base, pero los diversos elementos de la superestructura […] también ejercen su influencia en el curso de las luchas históricas y en muchos casos preponderan en la determinación de su forma. Hay una interacción de todos estos elementos. (Carta a Joseph Bloch, 21/09/1890)


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