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La famosa “base económica” (una expresión ciertamente desafortunada de Marx) implica no sólo el desarrollo de las fuerzas productivas, sino su relación conflictiva con las relaciones de producción, es decir, en términos estrictamente marxianos, con la lucha de clases, explícita o latente. Por lo tanto, la propia “base económica” está ya siempre atravesada por los “momentos” político (la organización de las clases y sus fracciones en relación con el Estado y con sus posiciones en el mercado de capitales y de trabajo), jurídico (las regulaciones legales de dicha organización y del régimen de la propiedad), ideológico (la reproducción “motivacional” de las relaciones de producción, las normas morales y religiosas, la legitimación del poder político y social, etcétera), e incluso cultural. (En Jameson y Žižek, 1998: 32)

Falsa consciencia y análisis fílmico

Sin embargo, tanto los críticos de Marx como algunos de sus discípulos incurrían con frecuencia en un mismo error: el determinismo económico. Como observaba Michael Rosenthal (1978: 19), el concepto de ideología enarbolado por cierta crítica marxista implicaba que «la asunción de que la estructura ideológica es totalmente pasiva y sólo refleja procesos que están en marcha en algún lugar de la base económica». La acusación no se refería a Marx y a Engels, sino a algunos de los artículos de revistas como Jump Cut o Screen. Cuando Rosenthal escribió su artículo, las tesis de Althuser llevaban un tiempo circulando. En Screen, por ejemplo, el nombre del autor francés solía citarse junto a Roland Barthes, Jacques Lacan o Nicos Poulantzas. Sin embargo, la aplicación del marxismo al estudio fílmico seguía siendo problemática. En este contexto, Rosenthal defendió un concepto de ideología más complejo, pues, de lo contrario, todo se deslizaba hacia un terreno ambiguo, hacia la última instancia de lo económico que todo lo determina.


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