Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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Se conservan tres copias del inventario, dos en el Archivo General de Simancas y una en la Real Biblioteca que es la compilación definitiva, la del finiquito de cuentas que se hizo con Felipe II en 1562. El inventario es una foto fija de los bienes que llegaron con la reina al palacio de Tordesillas en 1509 y que, a su muerte, se habían reducido a prácticamente nada, expoliados por su propia familia.ssss1

Entre los hechos que corroboran que la escala de valores por las que se regía la cultura suntuaria cortesana de ese periodo daba la primacía a una valoración crematística de los bienes artísticos, está el del número de plateros y de tapiceros frente al de pintores y escultores que estaban al servicio de los Reyes Católicos y de Felipe el Hermoso. Al concretarse este sistema de valor en la encuadernación, los inventarios ponen de manifiesto que está convertida entre los bienes suntuarios en una pieza más de orfebrería, realizada, descrita y, por supuesto, tasable por los mismos parámetros que cualquier otra alhaja, al margen de todo criterio bibliográfico que sirve, únicamente, como referencia identificativa de ese objeto precioso. En cincuenta y cuatro mil novecientos treinta maravedís se tasaron unas grandes Horas de Juana I cuya guarnición de oro y esmalte constituía un pequeño retablo. San Miguel, santa Ana, santo Domingo y un caballero, minuciosamente descritos en ese tabernáculo de materiales preciosos, trabajados con técnicas de alta orfebrería, dispuesto sobre terciopelo negro que contiene un manuscrito miniado en pergamino del que no se aporta otro dato que las «muchas estorias ricas» que contenía.ssss1

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