Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн
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Barcelona es también el horizonte de otro promotor, en este caso asentado en el área gerundense. Nos referimos al noble Huguet de Santa Pau que en su testamento dictado en 1391 dispuso que el retablo destinado a su capilla funeraria, se encargara (o comprara) en la ciudad.ssss1 Años antes ya había adquirido en ella una notable cruz de plata, evocada en el testamento: la creu d’argent que nos comprau a Barcelona per mil sous. Probablemente es la misma que donó a la capilla de su castillo:
Ítem lexe a la capella de Sent Anthoni e de Sent Onorat situada dins lo nostro Castell de Senta Pau la creu nostra d’argent en la qual ha una de les spines de Jhesu Christ e de la Vera Creu e moltes altres relíquies en axí emperò que de la dita capella exir no pugue per empenyorar ne per vendre ne per star-ne en altra banda no puxe exir del Castell e vall de Senta Pau.
Es cierto que la reputación de Barcelona en el campo de la platería era relevante y lo acredita un afamado texto de la literatura castellana trecentista, donde se equipara la producción de esta ciudad a la de París;ssss1 en Girona, no obstante, también trabajaban por entonces artífices notables.ssss1 Estamos, pues, ante una decisión personal del promotor, sustentada en el prejuicio de que una ciudad populosa está en disposición de ofrecer productos de mayor calidad.