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NIÑOS HECHOS A MEDIDA

El paso siguiente a las situaciones que hemos visto hasta ahora es querer escoger ciertas características físicas de un embrión que no tengan nada que ver con evitar una enfermedad. Todavía no sabemos con exactitud cuáles son los genes que determinan rasgos como la estatura, el color de los ojos, la piel o el cabello, o incluso la resistencia a ciertas enfermedades habituales (como el cáncer), la inteligencia o la esperanza de vida. Es cierto que muchos de estos factores estarán fuertemente influidos por el entorno a la vez que por nuestros genes. Los avances en el campo de la genética nos irán ofreciendo información valiosa sobre todo esto en los próximos años, pero actualmente son pocas las características físicas que podemos reconocer (y por tanto seleccionar) en un análisis genético. La más obvia es el sexo del bebé.

¿FUE CULPA NUESTRA?

Algunos estudios culpan a Occidente de facilitar la actual epidemia de la selección del sexo de los bebés que hay en ciertos países orientales. Todo empezó en los años sesenta del siglo pasado, cuando la Rockefeller Foundation y la Planned Parenthood Federation, entre otros, financiaron una campaña en Asia para introducir técnicas de aborto más seguras y máquinas para hacer ecografías. La idea era ayudar a los habitantes de las regiones más pobres a planificar su descendencia y a controlar de paso el aumento de la población. Un efecto secundario fue que permitió identificar fácilmente a los embriones hembra y que incrementara el número de abortos.

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