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Hablar de seleccionar deliberadamente un niño sordo puede parecer un ejercicio puramente teórico para poder discutir los límites del diagnóstico preimplantacional. Pero en una encuesta del año 2006 realizada en 190 clínicas de fertilidad estadounidenses, un 3% respondieron que habían usado esta técnica para elegir un hijo con una deficiencia, la sordera entre ellas. Es el caso también de Tom y Paula Lichy, una pareja de ingleses que pidieron tener un hijo sordo cuando empezaron los tratamientos de fertilización in vitro en 2008.

Las personas que pertenecen a esta comunidad a menudo se quejan cuando se dice que la sordera es una minusvalía. Algunos de ellos lo ven más bien como una cultura que debe ser protegida, como si fueran una minoría étnica amenazada. Desde este punto de vista, seleccionar un hijo sordo no sería muy diferente a escoger el sexo o el color de la piel. Dean y Tracey podrían justificarlo diciendo que solo hacen uso de su derecho a reproducirse sin ningún tipo de limitación, de tomar sus decisiones de la misma manera que lo hace una persona que toma anticonceptivos.

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