Читать книгу Dios te salve, Reina y Madre. La Madre de Dios en la Palabra de Dios онлайн

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Sin embargo, todas aquellas alianzas se rompieron a causa de la infidelidad y del pecado del hombre. Dios permaneció constantemente fiel; no así Adán, ni Moisés, ni David. De hecho, la historia sagrada nos lleva a concluir que sólo Dios guarda las promesas de la alianza. Entonces, ¿cómo podrá la humanidad cumplir la parte que le corresponde de una alianza, de forma que dure por siempre? Sería preciso un hombre sin pecado y tan fiel como Dios. Por eso, para la nueva y eterna alianza, Dios se hizo hombre en Jesucristo y Él estableció la alianza por la cual entramos a formar parte de su familia: la familia de Dios.

Esto entraña más que un mero compañerismo con Dios. Pues «Dios en su misterio más íntimo es [...] una familia». Dios mismo es Padre, Hijo y el Espíritu de Amor... y los cristianos son elevados a la vida de esa familia. En el bautismo somos identificados con Cristo, bautizados en el nombre trinitario de Dios; asumimos su nombre de familia y así llegamos a ser hijos en el Hijo. Somos introducidos en la vida misma de la Trinidad, donde podemos vivir enamorados para siempre. Si Dios es familia, el cielo es hogar[6]; y con Jesús, el cielo ha venido a la tierra.

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