Читать книгу Instantáneas en la marcha. Repertorio cultural de las movilizaciones en Chile онлайн

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Una palabra central en la retórica de los rayados, y en todo el movimiento, es la palabra “pueblo”, que muchos creíamos parte de una retórica revolucionaria relegada hace tiempo al olvido junto con las utopías de los sesenta y aquella Unidad Popular que hizo del pueblo su protagonista4. El “pueblo” de los discursos políticos siempre fue, en algún sentido, una ficción, un sujeto político supuestamente unificado cuya voluntad orientaba la acción política revolucionaria, pero parece ser una ficción que no ha perdido totalmente su vigencia, su potencia. Algunos teóricos marxistas intentaron pensar el eclipse de la noción de pueblo desde la noción de “multitud”, que para Paolo Virno, por ejemplo, indica en oposición a la supuesta unidad del “pueblo”, “una pluralidad que persiste como tal en la escena pública, en la acción colectiva, en lo que respecta a los quehaceres comunes —comunitarios—, sin converger en un Uno, sin desvanecerse en un movimiento centrípeto” (Gramática de la multitud 21). Lo que me parece interesante de este resurgimiento de la idea de pueblo es que está clarísimo que el pueblo que sale a las calles no es un Uno homogéneo, sino que se unifica en el gesto de salir a la calle: el “pueblo, unido” no preexiste a la enunciación colectiva de esa consigna, sino que se unifica en torno a ella. Por lo mismo, la pasión compartida por todos quienes salen a la calle no responde por completo a una ideología previamente articulada y coherente, sino a una indignación compartida con diversos ejes y énfasis por un gran número de actores sociales muy diversos, lo que hace más difícil hacerse cargo de ella y canalizarla.

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