Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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Queda por identificar la procedencia geográfica de la clase dirigente fascista a nivel político: parecen prevalecer los cuadros procedentes de la zona septentrional y del centro del país con respecto a la zona meridional y a las islas, sobre todo en niveles federales y de prefectura, en la Milizia y entre los diputados. Ello era resultado de un movimiento fascista que había tenido su origen precisamente en las regiones centro-septentrionales, de las que se había alimentado el primer grupo dirigente nacional, así como de la llegada al poder central, a mediados de los años veinte, de la corriente intransigente, que representaba al strapaese, es decir, a la provincia rural y aparcera, enferma del complejo de estar excluida del poder, deseosa de que se sustituyese a una clase dirigente política liberal considerada ciudadana, romana y meridional, y a una clase dirigente económica y tecnocrática septentrional. El «italiano nuevo» asumió los hábitos y la mentalidad de la periferia toscana y padana. Esta tendencia no fue modificada ni siquiera con el cambio político del Partido que tuvo lugar en 1932, en el momento en el que se alejó del poder central a personajes padanos influyentes, como Grandi, Balbo, Arpinati, Federzoni, sobre todo porque el meridional Starace necesitaba el espíritu populista, el «selvagismo» a la manera de Malaparte, las posturas antiburguesas, antioperarias y antiurbanas provenientes del fascismo tosco-emiliano para construir el partido de masas.

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